lunes, 27 de abril de 2009

Las arrugas en el sistema



LAS BOTAS DEL VERDUGO EN LA TINIEBLA OPACA

LA COBARDIA ANÓNIMA CUBIERTA DE CAPOTE

SU CAMISA DE MIEDO CON SUDOR LLENADA

LOS CAÑOS Y LAS CULATAS PREPARADOS EN AFRONTES


Qué sentirá todo eso inanimado

qué pensará?


Antonio Clavero, Trelew


Probablemente no haya querido compartir ese sitial en el que nosotros, los que tenemos la ¿suerte? de pisar esta castigada tierra, lo ponemos. Él, al igual que Julio López, se convirtió en otro símbolo de la inutilidad de creer que el aparato represivo sirve para algo que no sea reprimir, coartar, cercenar, bloquear, impedir, no-ser.


Luciano está y no está, al igual que el resto de los 30.001 desaparecidos, con el agravante siniestro de que, al igual que Julio López, los chicos y chicas secuestrados en la trata de blancas con el completo aval de la clase dominante, desapareció en democracia. Se ve que con este sistema se come, se cura, se educa, pero no se puede garantizar el derecho a ser libre.


Parece que en Lomas del Mirador, el gobierno mira para otro lado… o con el ojo desviado, si se quiere.


¿Querían seguridad? Ahí la tienen: un destacamento donde, de forma totalmente inconstitucional, la policía detiene y golpea brutalmente a luchadores del campo popular.


¿No alcanza? Perfecto: movámonos hacia San Isidro, donde se intentó construir un muro que lo separe de San Fernando.


¿Demasiado lejos? Quedémonos en Buenos Aires entonces, donde el Gobierno de la Ciudad desaloja Puerto Pibes, lugar de educación formal y no formal para pibes de escuelas públicas y se lo cede a la armada-hasta-los-dientes Policía porteña.


Entonces, queda claro que el momento es ahora, y el lugar, donde sea que a la gente la asesinen, torturen o desaparezcan por luchar para que no haya gente asesinada, torturada o desaparecida. Donde sea que haya un pibe con hambre, donde sea que avasallen la educación pública, la salud, la vida misma. Esos, y no los actos en los centros clandestinos de detención, son los auténticos derechos humanos. Los 30.002 desaparecidos lucharon por eso, no por una placa de bronce y un voto.


El capitalismo pretende igualarnos a todos, convertirnos en mera fuerza de trabajo que, de vez en cuando y citando a Hegel, elige su propio amo. En definitiva, nos quiere alisar a todos bajo el mismo sitio: el de la obediencia.


¿Nos quieren alisar? Arruguémonos.


Se lo debemos a Luciano y el resto de los compañeros que no están.


Hernán Escudero



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