martes, 19 de mayo de 2009
Carlos Mugica, 35 años después
11 de mayo de 2009
La celebración de hoy organizada por familiares, amigos y viejos compañeros de Carlos fue un homenaje cargado de emotividad. La misa se propició en la parroquia San Francisco Solano, en el Barrio de Villa Luro. Por la calle Zelada fueron llegando aquellos históricos curas del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. En la década del 70 profesaban la Teología de la Liberación en vistas de lo que fue las reformas del Concilio Vaticano II, y al nivel local, fuertemente influenciados por el obispo brasileño Helder Câmara, reivindicando el papel revolucionario que debía ejercer la iglesia en los pueblos de América Latina y el Tercer Mundo. La iglesia se llenó de sacerdotes de anteojos gruesos y pelo encanado, luciendo estolas muy particulares que llamaban fuertemente la atención: algunas bordadas con la gama de colores de la bandera de los pueblos originarios, la wiphala; otros tenían las figuras del Padre Angelelli con una frase en su conmemoración, también al mismo Mugica. Variedad y creatividad no faltaron en sus atuendos sacerdotales.
Los curas calzados con zapatillas y sandalias, a manera de homenaje conjunto, propiciaron la misa entre todos. Tomó la palabra quien es hoy el actual padre de la capilla Cristo Obrero, en la Villa 31, aquella que Carlos fundó originariamente con esfuerzo y humildad, a la cual le dedicaría su vida. Guillermo emocionó al evocar la frase más recordada de Carlos:
“Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia luchando junto a los pobres por su liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición”
Al término de su pequeño recordatorio, todos cantamos junto al sacerdote que se cargó la guitarra…
“Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuantas noches pasarás
desesperando
Y a la hora del naufragio
y de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando…”
La ruptura de las formalidades continuó a la hora de los recordatorios. Comúnmente se abre la invitación al que quiera pedir por un ser querido en voz alta, y a continuación todos oran por él. “Por los militantes sociales perseguidos”, “Por los jóvenes perseguidos por la policía”, “Por la Justicia Social”, “Por quienes no tienen trabajo”, “Por quienes no viven en una vivienda digna”, “Por los que luchan por el pueblo”, “Por los jóvenes injustamente presos”… De la suave voz de Norita Cortiñas escuchamos: “Por los 30000 compañeros detenidos desaparecidos”. Aquellos que inscribieron su vida en la Lucha por la Liberación estaban ahí, simbólicamente vivos en cada uno de nosotros, marcando su recuerdo en las lágrimas de todos.
El Padre Domingo recordó a la vez a todas las Comunidades Originarias y a los Pueblos pobres de América Latina, que compartieron y comparten los mismos ideales de Carlos Mugica. “Carlos resucitó ésta noche, aquí y ahora, en cada uno de nosotros”.
Se cantó el “canto a Carlos” frente a la placa conmemorativa que está afuera de la parroquia, en el mismo lugar donde lo alcanzaron las balas de los genocidas y los enemigos del pueblo, esa noche de 1974. El clima frío y lluvioso, la oscuridad de la callecita y el silencio reinante fueron los mismos de aquel 11 de mayo para un señor que recordaba aquella noche trágica. A pesar de la fuerte emotividad, la celebración representó una gran bocanada de aire revolucionario. El sacro santo eclesiástico roto por unos sacerdotes rebeldes que cantaban canciones de protesta, la conmemoración a los compañeros detenidos-desaparecidos, el pedido por la Justicia Social y resguardo de los Luchadores Sociales, la foto de Carlos cantando con los chicos de la Villa Retiro, los niñitos de la murga “Los Guardianes de Mugica” que rezaban por el Padre en silencio…
Del cancionero de aquel día se desprende esta letra:
Hay que seguir andando
Nos duele amigo hasta los huesos,
Y se endurecen nuestras entrañas,
Por la injusticia, la cobardía
Nos va invadiendo la hipocresía
Hay tanta bronca acumulada
Tanta traición disimulada
Que se nos cierran hasta las manos
Y el desencanto nos va aquietando
Hay que seguir andando, nomás…
Muchos no están, hermano mío
Y el corazón siente el vacío
Las lágrimas corren el rostro
Ellos están junto a nosotros
Por el dolor, la voz callada,
Que nos golpea, que nos aplasta
Resiste el hombre que esta enjaulado
Resiste el pueblo acribillado
Que no se cieguen nuestras miradas,
Que nuestra historia no está cerrada
El pueblo libre será posible
Muchos testigos hoy nos lo dicen
Angelelli, Oscar Romero, Carlos Mugica, mil compañeros
Su sangre canta en nuestras cuerdas,
Este es el tiempo del hombre nuevo…
Carlos Mugica fue la figura más reconocida y emblemática de un proceso que tenía atrás, el cual él integraba como un compañero más, siempre sujeto a las decisiones tomadas por el conjunto: El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Su figura puede entenderse solo en ese marco y en relación a otros elementos fundamentales, que abarcan a una generación entera, una etapa más de un proceso histórico de lucha en la Argentina, América Latina y el Tercer Mundo.
Más allá de la creencia religiosa en particular que cada individuo profesa, y reconociendo que en numerosos casos ha sido usada como prédica y acción revolucionaria, nuestro empeño está en el camino que hemos de recorrer en la lucha contra los enemigos de nuestro Pueblo. Queremos marcar para siempre en la memoria colectiva a quienes ofrendan y ofrendaron sus vidas por la Liberación de los Pueblos, por una Sociedad Justa, Libre y Soberana, una Sociedad Socialista.
Como compañero representante del campo nacional y popular decimos:
¡CARLOS MUGICA ESTÁ PRESENTE EN TODOS NOSOTROS!
A.J
AGRUPACIÓN CARLOS FUENTEALBA
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"Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados" - C.Mugica
ResponderEliminarEl cristianismo revoluciona a la sociedad. Nadie podría entender para qué la gente se preocupa del otro; porque el mundo actual sólo busca la propia ganancia.